Acéptate tal cual eres y trabaja por ser mejor, pero sin recriminarte. Valora tu cuerpo y atiende por tu salud. Reconócete el mérito de poseer los dones que tienes. ¡Bendícete y felicítate por tus aciertos! Declárate el mejor amigo de ti mismo. Dale gracias a Dios por todos los beneficios que has recibido y agradécele las oportunidades de superarte y crecer como persona y en tu profesión. Incluso aquellas que no entiendes o que te parecen dolorosas o difíciles.
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