viernes, 16 de marzo de 2007

La Latita de Leche

(Leido por ahí)

Dos hermanitos en puros harapos, provenientes del arrabal, uno de cinco años y el otro
de diez, iban pidiendo un poco de comida por las casas de la calle que rodea la colina.

Estaban hambrientos: "vaya a trabajar y no molesten", se oía detrás de la puerta; "aquí no
hay nada pordiosero...", decía otro...

Las múltiples tentativas frustradas entristecían a los niños...

Por fin, una señora muy atenta les dijo: "Voy a ver si tengo algo para ustedes...¡Pobrecitos!"
Y volvió con una latita de leche.

¡Que fiesta! Ambos se sentaron en la acera.

El más pequeño le dijo al de diez años: "tú eres el mayor, toma primero...y lo miraba con
sus dientes blancos, con la boca medio abierta, relamiéndose".

Yo contemplaba la escena como tonto... ¡Si vieran al mayor mirando De reojo al
pequeñito...! Se lleva la lata a la boca y, haciendo de cuenta que bebia, apretaba los
labios fuertemente para que no le entre ni una sola gota de leche.

Después, extendiéndole la lata, decia al hermano:

"Ahora es tu turno. Sólo un poquito." Y el hermanito, dando un trago exclamaba: "
¡Está sabrosa!"

"Ahora yo", dice el mayor. Y llevándose a la boca la latita, ya medio vacía, no bebia nada.
"Ahora tú", "Ahora yo", "Ahora tú", "Ahora yo"...Y, después de tres, cuatro, cinco o seis
tragos, el menorcito, de cabello ondulado, barrigudito, con la camisa afuera, se acababa
toda la leche... él solito. Esos "ahora tú", "ahora yo" me llenaron los ojos de lágrimas...
Y entonces, sucedió algo que me pareció extraordinario.

El mayor comenzó a cantar, a danzar, a jugar fútbol con la lata vacía de leche.
Estaba radiante, con el estómago vacío, pero con el corazón rebosante de alegría.
Brincaba con la naturalidad de quien no hace nada extraordinario, o aún mejor, con la
naturalidad de quien está habituado a hacer cosas extraordinarias sin darles la mayor
importancia.

De aquél muchacho podemos aprender una gran lección: "Quien da es más feliz que
quien recibe."

Es así que debemos amar. Sacrificándonos con tanta naturalidad, con Tal elegancia,
con tal discreción, que los demás ni siquiera puedan agradecernos el servicio que les
prestamos."

¿Como podrías hoy encontrar un poco de esta "felicidad" y hacer la vida de alguien mejor,
con más "gusto de ser vivida"?

¡Adelante, levántate y haz lo que sea necesario!

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